Cuando era pequeño 6-7 años, estuve durante una temporada muy enfermo ingresado en el hospital, perdíéndome gran parte del curso escolar. Una vez incorporado al curso intenté pillar el ritmo de los demás, y recuerdo que la maestra que teníamos una vieja rancia con cara de odiar a los niños, al menos a mí, que en una ocasión me planteó resolver una cuenta en mi cuarderno.
Entre los nervios de estar delante de toda la clase, la mirada inquisidora de la vieja y la dificultad del problema, al menos como ella me lo había planteado, me quedé bloqueado, lo cual enfureció tanto a la vieja que me tiró el cuaderno por la ventana a la calle.
Pero si hacía pocos días me estaba muriendo en el hospital, me acababa de incorporar a las clases, la vieja no me había enseñado nada, cómo pretendía que resolviera aquel problema?
Hola canero, soy Manu de Dalecan! Algunos personas están convencidas de que sus perros sin haberles enseñado nada, ya les entienden! Que le dicen al perro que acuda a la llamada, y cuando el perro no acude ya piensan: Pero si le estoy llamando y no viene, no viene porque no le da la gana de venir, porque si le digo ven aquí, ven aquí significa que venga aquí donde yo estoy. O cuando le dicen al perro que no haga una cosa, y que el Toby sigue haciéndolo para fastidiarme, eso es que lo hace intencionadamente vamos, que algunos piensan que el Toby ya de serie ha llegado a casa con el idioma de Cervantes aprendido, sin haberle enseñado nadie absolutamente nada antes, como la vieja que me tiraba el cuaderno.
Así que en este vídeo vamos a ver cómo construir la fase de aprendizaje en el adiestramiento y educación canina, cómo el perro debe divertirse en todo momento aprendiendo a la vez que debemos ir añadiendo obstáculos y dificultades que harán más emocionante esa curva de aprendizaje además, si quieres saber las veces que fui a la calle a recoger el cuaderno y lo que realmente aprendí en vez las matemáticas, sigue viendo el vídeo. Dale caña!
Imagina que te preguntase qué es lo que más te gusta hacer? Unos dirían jugar al fútbol, otros cantar, tocar la guitarra o jugar a videojuegos. Si a mí me lo hubiesen preguntado de pequeño, hubiese respondido los videojuegos.
Y qué me hubiera parecido si un maestro de los videojuegos me hubiese dicho: Pues te voy a enseñar a jugar a videojuegos y encima te voy a recompensar cuando juegues buenas partidas. El sueño de mi vida! Yo empoderándome del salón recreativo, dejando boquiabiertos a todos con mi destreza matando marcianitos y rodeado de chortinas babeando con mi puntuación.
Pero ahí mi maestro me hubiese dicho que dejase de fantasear con batir máximas puntuaciones, porque tendríamos que empezar por la fase de aprendizaje, en el nivel 1 y que había mucho trabajo que hacer y marcianitos que matar.
Con el perro debemos hacer lo mismo. Lo primero que debemos tener en cuenta es que el perro no sabe absolutamente nada, y si ha aprendido cosas de mala manera, mejor será que las olvide para empezar de 0. Así que en primer lugar debemos ver qué es lo que más le gusta a nuestro perro para entrenarlo en esa disciplina y comenzar la fase de aprendizaje aumentando progresivamente las dificultades.
Lo que más me gustan son los videojuegos, así que vamos a empezar en el nivel 1, de dificultad muy, muy baja. Un par de marcianitos a los que abatir y al nivel 2.
A tu perro qué es lo que más le gusta? Pues a unos les gustará mucho la comida, a otros morder, a otros la pelota, a otros rastrear… Toby, que me he apuntado a los cursos y seminarios de Dalecan y me han dicho que tengo que entrenarte en base a lo que más te guste. Dime qué es lo que más te gusta.
Que por cierto, para aprender nuestro sistema completo puedes inscribirte a nuestros cursos y seminarios de obediencia básica, modificación de conducta, cachorros… para recibir más información escribe un correo a info@dalecan.com o entra en nuestra web dalecan.com
Pues imagina que el Toby te dice que lo que más le gusta es la pelota, pues vamos a enseñarle a soltar, la pelota, a traerla… que le gusta la comida, pues vamos a enseñarle un poquito de obediencia con la comida… en el nivel de dificultad más bajo, nivel 1. Como yo los marcianitos.
Te puedo poner también el ejemplo de la vieja con las cuentas, si me pone una cuenta 1+1=2, la resuelvo y me premian, pues algo como las matemáticas que ni siquiera me llamaban la atención, tal vez las hubiese terminado encontrando divertidas. Pero si me plantea una cuenta que no sé resolver porque nadie me ha enseñado, no puedo adivinar el resultado, y encima me tiran el cuaderno por la ventana a la calle… pues se me quitan las ganas de aprender a hacer cuentas y de ir al colegio.
Si con el perro cada vez que vamos a enseñarle algo, perdemos la paciencia, y aquello se acaba convitiendo en una experiencia negativa para el Toby, pues se le quitarán las ganas de aprender nada.
Como me pasó a mí. Que cada vez que me tiraba el cuaderno por la ventana, tenía que bajar a la calle a recogerlo, y justo al lado del colegio había un salón de máquinas recreativas, tragaperras, pinballs… que era lo que a mí me gustaba. Que por cierto, la calle es esta, y yo juraría que se trata de este mismo local. Que ahora son apuestas deportivas, vamos, ludopatía igualmente. Hace ya 40 años de aquello, la ludopatía siempre es rentable.
Yo creo que en aquella época cuando iban a construir un colegio o un instituto, antes miraban que hubiera un bar cerca y un salón de máquinas.
Pero en la puerta del salón había un cartel de prohibida la entrada a menores de 18 años, que creo recordar era una cortina, parecía una mezcla entre recreativos y prostíbulo, solo faltaba un demonio en la entrada diciéndome: Entra aquí niño travieso, no vuelvas al colegio y pasa para dentro. Pues yo me colaba para dentro como embrujado y me ponía a ver allí todas aquellas maniquitas y lucecitas brillando en la oscuridad hasta que me pillaba el portero de salón y me echaba.
Me decía: Niño, pero tú no tienes que estar en el colegio? Y me decía que tenía que estudiar, no sé qué, no sé cuántos… y para que me fuera de allí me daba caramelos! De estos de Drácula. Los has probado alguna vez, canero?
Fíjate lo que hacía el portero, me reforzaba la conducta con un premio! Eso es lo que tenía que haber hecho la vieja en mi etapa de aprendizaje, motivarme con premios, en vez de castigarme por cosas que no sabía porque no me había enseñado. Y canero, tú crees que yo aprendí a hacer cuentas, o a colarme cada vez que podía en el salón de máquinas? Está claro, no?
El perro es lo mismo, si le estamos enseñando por ejemplo a sentarse y lo vamos reforzando con premios durante esa fase de aprendizaje, le motivaremos para que cada vez lo haga mejor. Eso sería con una dificultad de nivel 1.
Yo cada vez que me colaba en el salón de máquinas, estaba pendiente de que el portero no me viese, iba jugando a los comecocos con el portero para que no me pillase, lo cual aumentaba la dificultad y la motivación. Eso ya era nivel 2 de dificultad.
Con el perro lo mismo. En el nivel 1 de dificultad es muy fácil por lo que el perro puede perder interés por el ejercicio, pero si vamos añadiendo dificultades, aumentará su motivación por superarlas. Progresivamente iremos subiendo de niveles de dificultad durante esa fase de aprendizaje.
Así es como me tenía que haber enseñado la vieja a hacer las cuentas. Primero a sumar con una cifra y premiarme, luego con más cifras, después a restar, multiplicar… Pero claro, yo lo único que aprendí fue a colarme en el salón recreativo, siendo ese el principio de mi fracaso escolar, por desgracia para mis padres que nunca pudieron ver a su hijo de médico o ingeniero, y afortunadamente para vosotros que ahora disfrutáis de Dalecan.
Y fue tantas veces el cántaro a la fuente es decir, que la vieja me tiró tantas veces el cuaderno por la ventana, que al final el portero y yo nos hicimos coleguitas y se ponía a contarme que era cinturón negro de karate y no sé qué… pues en este barrio de poco te va a servir el karate, que aquí el que menos va con navaja, anda, quita y déjame echar una partidita al karate, pero al karate champ antes de subir a clase… y ve pillando caramelos anda, que en un rato bajo otra vez a por el cuaderno.
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